En esta aventura, las alegrías y las penas vienen de la
mano.
Si hace unos días estaba emocionado por la parición del
primer tomate del huerto, ahora estoy inmerso en plena ofensiva contra una
plaga que me ha aparecido; la temida mosca blanca. Unos insectos del orden
hemípteros que se desarrollan por huevos, ¡que manda cojones!
Son pequeñas moscas blancas de 3 milímetros que, al igual
que pulgones y cochinillas, clavan un pico en las hojas y chupan la savia. Les
favorecen las temperaturas altas y el ambiente húmedo, por eso se da más en
verano. Claramente en mi balcón en esta época, tienen las mejores condiciones
por eso han comenzado su ofensiva precisamente ahora. Pero la cosa no acaba
ahí, si no detengo este ataque acabaran recubriendo las tomateras con una
sustancia pegajosa y brillante que es la melaza que excretan los propios
insectos. Además sobre esta melaza se asienta el hongo llamado negrilla. La llevo
clara…
Pero esto es la guerra, y no me voy a quedar de brazos
cruzados. Por la red he encontrado un mejunje que parece podría resultar,
aunque no sé si dispongo de todos los medios. Utilizando una cabeza de ajo y cinco gramos de orégano que se molerán
por separado en sendos envases. Se dejan macerar durante tres días. Se cuela,
se mezclan ambos productos en la mochila de sulfatar y se completa de agua. Yo
mochila de sulfatar no tengo pero me apañaré.
Por ahora estoy
utilizando esa mezcla con tan solo un día de maceración, mientras en otros recipientes
tengo el preparado que lleva ya su segundo día de maceración. Hay también unas
tiras adhesivas, que al parecer se colocan en la planta que atraen a los bichos
que se quedan pegados. No he encontrado estas tiras, pero estoy en ello.
Desde aquí, mi más
sincero reconocimiento a los baserritarras que se dedican a este menester como
su medio de vida. Yo por ahora sigo en pie de guerra, pero ya empiezo a no
sentir las piernas… Coronel Triumaaaaaan!!!!